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jueves, 23 de septiembre de 2010

una Espiritualidad Bíblica


Reflexiones en torno a una Espiritualidad Bíblica

Hablar de espiritualidad en estos tiempos no es fácil. En primer lugar no todos entendemos lo mismo cuando escuchamos hablar de espiritualidad.En segundo lugar la espiritualidad no tiene buen prensa, se la asocia con cosas aburridas, de otros tiempos. En tercer lugar, persiste una clara tendencia a considerar la espiritualidad como un compartimento separado de las demás esferas de la vida.

Profundicemos un poco este último punto. Recuerdo un ejemplo sencillo y contundente. Varias veces mientras fue ministro de Economía el señor Cavallo se cruzó verbalmente con algunos obispos por situaciones derivadas de la aplicación de la política económica. En líneas generales el mensaje era: "Sres obispos, ustedes dedíquense a las cosas espirituales y dejen para nosotros el manejo de la Economía". La anécdota sirve para ilustrar una visión, bastante común, de la vida como compartimentos estancos, separados y que nada tienen que ver entre sí..

Según esta difundida visión, la espiritualidad se encargaría de un vago conjunto de realidades llamadas "cosas espirituales", cuyo vínculo común sería pertenecer a las antípodas del mundo "material", cotidiano, en el cual se mueve la vida de todos los días.

Esta espiritualidad se desarrollaría en un ámbito determinado, en los tiempos específicos que uno pudiera dedicarle, sin recibir influencias ni influir en otras esferas de la vida, personal o social.

Esta forma de concebir la espiritualidad no es cristiana ni tiene ningún fundamento bíblico. Es la pesada herencia de un modo de pensar, el griego, que separa al hombre en un "ser espiritual" y un "ser material". La forma en que la Biblia entiende al hombre es diferente. Para la mentalidad bíblica el hombre es una unidad, un todo; cuya existencia está animada por el propio aliento de Dios, su Espíritu, como el hermoso relato de la creación, en un lenguaje mítico de hace más de tres mil años, nos permite descubrir (Gén. 2, 7)

La vida espiritual, según la Biblia, se relaciona entonces con el espíritu que llena nuestro ser y nos impulsa asentir, a pensar, a comparar, a decidir, y a actuar, en todas las esferas de la existencia.

Pero no siempre el espíritu que nos guía y orienta nuestra vida es el espíritu de Dios que recibimos al comenzar nuestra existencia.

A lo largo de la vida vamos encontrando otros espíritus que pueden ir desplazando el aliento de Dios hasta arrinconarlo en una fracción de nuestra vida o hacerlo desaparecer.

En una de sus cartas Juan nos advierte: "Examinen los espíritus para ver si vienen de Dios..."(1 Jn. 4, 1) no sea cuestión que se equivoquen y sigan un camino errado.

En la Biblia no aparece la vida de una persona, o un pueblo, dividida en secciones, una de las cuales se relaciona con Dios y las demás no. La vida es una totalidad y las alternativas son, que esté animada =guiada=impulsada=orientada por el Espíritu de Dios o que lo esté por otros espíritus, que no son de Dios, y se los suele llamar "del mundo". Hoy podríamos lllamarlo "leyes del mercado","individualismo", "ambición de poder, o de dinero", "discriminación e intolerancia", "corrupción, droga", etc...

La vida espiritual es, por tanto, la tarea diaria, perseverante, conflictiva y esperanzadora, de buscar y asegurar que sea el Espíritu de Dios el que mueva y oriente nuestra vida. Toda la vida.

La espiritualidad que nace de la Biblia se presenta entonces como el cauce seguro desde el cual discernir la presencia del Espíriu de Dios en nuestros días, con sus desafíos, sus propuestas y sus exigencias.
La espiritualidad tiene una palabra para decirnos sobre la economía, la política, las relaciones humanas, la comunicación, el trabajo, la familia. Negarle esa posibilidad, separar alguna realidad humana para que no sea alcanzada por ella implica reconocer queel espíritu que nos guía no es el de Dios. Porque a Dios le interesa la vida entera. Y no la parte que nosotros le querramos destinar, reservándonos el resto para hacer lo que nos plazca.

Rasgos de una espritualidad que nazca de la Biblia

Una espriritualidad que se vive en camino, en marcha.
El prototipo del hombre de fe es Abraham. El supo escuchar el llamado de Dios y salir a su encuentro. A Dios no se lo encuentra esperando estático. Abraham irá encontrando a Dios en el camino de su vida. Y ningún camino es totalmente recto. Siempre existen encrucijadas, opciones, momentos de decisión, inseguridades.

Una espiritualidad en búsqueda.
El espíritu de Dios no se compra ni se vende. Hallarlo implica el esfuerzo cotidiano y renovado de discernir por donde pasa hoy el Reino de Dios, desde dónde ser fiel a sus valores y propuestas, con qué actitudes, gestos y palabras se camina según el Espíritu de Jesús.

Una espiritualidad comprometida con la historia.
Un excelente ejercicio espiritual cotidiano es la lectura del diario. Leer que "más del 50 % de la población argentina está bajo la línea de pobreza" o que "existe un 22 % de población desocupada" (estadísticas oficiales aparecidas en los diarios argentinos durante este año) y sentir que se nos revuelven las entrañas por tamaña injusticia, es empezar a sentir con los sentimientos de Dios, quien no permanece impávido ante la injusticia y la opresión sino que interviene en la historia para liberar y garantizar la vida (Ex. 3, 7-8)

Una espiritualidad que nace de la compasión y la misericordia.
A propósitode lo quedecíamos más arriba, el término griego que se utiliza en los evangelio para describir lo que Jesús siente al ver la marginación, el sufimiento y el dolor de su gente precisamente significa un movimiento de las entrañas, algo que nace de adentro. El Espíritu de Jesús mueve a la compasión, a la indignación contra la injusticia y al compromiso activo por la vida.

Hay palabras que por repetidas han perdido buena parte de su significado. Misericordia es una de ellas. Etimológicamente significa "corazón sensible a las miserias". Que Dios sea misericordioso significa que se conmueve con la miseria y el dolor humanos. Donde falta educación, donde falta trabajo, donde falta vivienda, donde no existen las condiciones que garantizan la vida Dios no perrmanece inmutable.
Una espiritualidad bíblica auténtica nos hace compartir los sentimientos de Dios: la indignación, la ira (contra la injusticia), la compasión, la misericordia.

Una espiritualidad qu no rehuye el conflicto.
San Pablo plantea la vida espiritual como una lucha interior entre hacer el bien que quiere y el mal que no quiere (Rom. 7, 19). Podríamos decir entre dejarse guiar por el Espíritu de Dios o por otros espíritus (ambición, dinero, poder, egoísmo, etc.)

Los cristianos solemos tener miedo al conflicto. Tanto el que se da al interior de cada uno como el que se da al exterior, en la vida en sociedad. En la vida de los profetas encontramos muchas experiencias de conflicto: incomprensión hacia Dios, incomprensión de Dios, rechazo de los demás, soledad. Momentos de cruz...si queremos ser animados por el Espíritu de Jesús,, que nos invita "Si quieres seguirme, toma tu cruz de cada día y sígueme"

Una espiritualidad profética...
...que sabe mirar el mundo, reconocer los signos de la presencia o ausencia de Dios en la realidad, en lo que pasa, en lo que nos pasa. Una espiritualidad con capacidad crítica, reflexiva. Por eso lo de leer el diario...y la realidad, con los ojos de Dios, atentos a indignarnos con lo que destruye la vida, y prontos a alegrarnos con las semillas de vida nueva, presentes entre nosotros...(Mc. 4, 26-27)
...que no duda en denunciar todo aquello que no está inspirado por Dios sea el lujo y abuso de unos pocos(Am. 3, 15-4, 3) o una mala política del gobernante de turno (Jer. 22, 13-19) o las práctica de una religión que no conduce a Dios ni le agrada(Is. 58, 1-10)

...que anticipa el futuro y descubre la esperanza, que no vacila en anunciar la utopía de un mundo nuevo, "animado" según el Espíritu de Dios.

Hoy más que nunca necesitamos recuperar el espíritu profético.

Una espiritualidad que construye la justicia.
En el Antiguo Testamento la noción de Justicia es central. Dios interviene en la historia liberando al pueblo hebreo esclavo para realizar justicia. Hacer justicia está relacionado con garantizar las condiciones de vida para todos. . Al israelita se le pedía respetar y practicar la Ley, y el espíritu que anima la Ley es la construcción de la justicia en medio del pueblo. Los profetas identifican a Dios con la justicia y dicen con clarida que el que practica la justica conoce a Dios.(Jer. 22, 16) Acá no se habla de un conocimiento intelectual, sino de la experiencia de encuentro y comunión con Dios. Aquel que practica la justica está animado por el Espíritu de Dios. Dios habita en él. En el Nuevo Testamento el apóstol Juan nos dirá lo mismo en su primera carta: "Ustedes saben que él es justo; reconozcan entonces que quien obra la justicia, ése ha nacido de Dios." (1 Jn. 2, 29). La vida espiritual se demuestra en obras concretas. La justicia que practicamos es una medida del conocimiento de Dios que tenemos.

Una espiritualidad que promueva la solidaridad.
El Nuevo Testamento se resume en el mandamiento del amor. Amor al prójimo y amor a Dios. Pero el sentido bíblico de amor no es exactamente el que impera entre nosotros. El amor en el Nuevo Testamento está relacionado con la justicia del Antiguo. La palbra que se usa es ágape, que expresa unión, encuentro, solidaridad, comunión de personas. El amor no es visto desde una relación entre dos personas sino como algo más amplio y abarcativo, que implica una trama social. La práctica del amor es la puesta en marcha de una nueva forma de relacionarse entre todos los hombres. Una manera de relacionarse que posibilite la realización de la justicia. En la parábola del jucio final, Mateo 25, 31 ss, queda claro como la solidaridad con los demás, partiendo de los que sufren marginación o algún tipo de injusticia, es la práctica verdadera del amor que Dios nos manda, y garantía de encuentro con Jesús. Atención, quelas palabras de Jesús sobre el amor son un mandamiento, no una invitación. Es lo que hay que hacer...si vivimos animados por el Espíritu de Jesús.

Una espiritualidad comunitaria
El seguimiento de Jesús. La vida, tras sus pasos, según su Espíritu, es una experiencia comunitaria. No se accede en forma individual al Dios de Jesús. Se lo conoce, se lo experimenta, se lo busca y se lo encuentra en compartida caminada. La estructura del seguimiento es comunitaria. Jesús llama un grupo, como queda bien claro en los primeros capítulos de los evangelios. A Jesús se lo descubre junto a otros. La vía de acceso a Jesús es una comunidad...animada por el Espíritu

Una espiritualidad contemplativa y orante
Entrar en comunión con Dios es comunicarse con el en un diálogo abierto. La práctica constante de la oración nos prepara para el encuentro con el Señor. La oración nos permite descubrir la voluntad de Dios, madurarla, tomar fuerzas para llevarla adelante. En la oración le pedimos a Dios que nos de su Espíritu. Con la insistencia que Jesús recomienda, "pidán y se les dará". La oración nos abre la posibilidad de contemplar a Dios y su proyecto: el Reino, presente ya entre nosotros. La oración ayuda a discernir y anima a la esperanza.

Una espiritualidad liberadora
Una espiritualidad que rompa con nuestra imagen de Dios, para que pueda mostrarse y salir a nuestro encuentro. Una espiritualidad que libere a Dios de las pesadas cargas que le adjuntamos los hombres y que van borroneando su imagen . Dejar que Dios sea Dios. Que su voluntad nos sorprenda y nos sacuda. Que nos conduzca a un crecimiento en libertad, para vivir los valores del Evangelio de Jesús. Que nos ayude a liberarnos de los falsos espíritus que ocupan el lugar de Dios en nuestra vida y nos orientan por caminos falsos.

Una espiritualidad que nos comprometa en la búsqueda del Reino, en la liberación de todo el que sufre, en la construcción del mundo nuevo.

La vida espiritual abarca la totalidad de la vida. Supera la esfera personal para impregnar las relaciones con los demás.

No hay rincón de nuestra vida que no pueda ser espiritual. Es decir que no pueda y deba ser alcanzada por el Espíritu de Dios para lograr el cambio, la conversión del corazón y de la mente, imprescindibles para recibir el Reino, que es don y tarea a compartir. No hay rincón de la vida social que no deba ser espiritual. Una política, una economía, una tecnología que no esté animada por el Espíritu del Señor no puede responder a los caminos del Reino.

Y hay que cambiarlas.

Para que la justicia sea como un torrente inagotable...(Am. 5, 24)