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lunes, 27 de septiembre de 2010

Vittorio Sabbione gracias por tu "si"




Vittorio Sabbione gracias por tu "si"

Hay personas que son como "Ángeles" que el Señor Jesús ha enviado a nuestra vida para bendecirnos... El Padre Vittorio Sabbione (Sacerdote del Movimiento de los Focolares) lo ha sido para mi...

Gracias Vittorio, en el cielo podremos charlar largamente...

Mientras tanto hoy quiero que te conozcan un poco... para que juntos, mis amigos y yo, demos gloria a Dios por tu vida...

La vida de Vittorio Sabbione es para deleite. Resulta que este focolarino, se casó joven y enviudó al año.

Era un prestigioso abogado de Turín, conocido y destinado a ser figura política.

 Durante la guerra salva la vida de milagro, logrando convencer a los carceleros nazis que los habían apresado junto a unos cuantos partisanos. Como el ejército de Furher se estaba retirando los estaban por fusilar.

La labia de Vittorio convenció a los militares que no ganaban nada matando a ese grupo, ya que se iban.

Luego de la guerra la experiencia de la reconstrucción moral y material. Su trayectoria prometedora, el matrimonio por amor a una joven con sus mismos valores cristianos y la precoz viudez.

A comienzo de los '50 arriba a Turín una de las primeras focolarinas que literalmente lo fulmina. Es como el joven rico del Evangelio, solo que Vittorio, se amplia cultura, capta inmediatamente el mensaje que hay atrás y su novedad y lo proyecta en la visión social. Pero capaz de grandes gestos, intuye que lo suyo está en seguir a esas jovencitas que en realidad ni tenían la visión de la que era capaz él. Se enamora ya no más de una persona sino de un Carisma. Y tan grandote como siempre fue, se hizo pequeñito al lado de esta gente que enseguida lo amó y respetó mucho.

Estuvo al lado de Chiara en momentos duros, cuando la Iglesia parecía inclinarse por disolver el naciente movimiento. Allí su capacidad como jurista fue clave, porque acompañó ese proceso y soportó las dudas que nos planteaba el código de derecho canónico de ese entonces. Chiara lo aprecia aún hoy también por eso.

Luego llegó el momento de embarcarse para la aventura argentina. Ni media palabra de castellano, sin plata, con algunas pocas direcciones. Era todo lo que tenía este hombre. Cruzó el charco y se instaló en Buenos Aires. Oyó que alguien nos conocía en el norte y sin más se fue allí. Y allí se hicieron las primeras mariápolis, en Santa.María de Catamarca. Con los pobres, sin otros medios que: contar lo que había encontrado. Y la gente entendía su cocoliche medio cómico.

Fue el impulsor de la editorial, "vio" sin que hubiera nada que en O'Higgins podría surgir una ciudadela. (La actual mariápolis permanente).

Fue un padre para muchos que hoy sienten que él es su padre espiritual. Y comprendió la necesidad de la dimensión social en estos pagos.

 Hizo que muchos aprendieran a pensar con Jesús en medio, a razonar, a sacar de la Sabiduría de Dios, los conceptos con los cuales armar propuestas e ideas.

Tantas obras sociales e iniciativas se deben a gente que aprendió de él que el Evangelio entra en todos los intersticios de la vida, si no es mentira y olor a cirios.

Ahora anda ahí, viejito, con la memoria hecha un colador, el cuerpo doliente de tantos años y de tantos maltratos, pero la mente metida constantemente en el amor. Hasta desvaría, se cree en otro lugar, casi siempre es otra mariápolis, otro focolar, es decir siempre otros lugares relacionados con su alma.

No es que se imagina en un cine o en un bar. Es increíble, porque son situaciones en las cuales el inconsciente de la persona puede dejar salir hasta barbaridades, cosas que uno guarda adentro y que con los frenos morales controla. Pero él no, abierto el sótano del inconsciente sólo sale amor, la sonrisa, el sí, Dios, María, Chiara, los demás de su focolar, ni una palabra fuera de lugar, mínimamente mala o solo negativa.

Es como si el Eterno Padre hubiera transformado en un niño su alma, la blanqueara y en ella no hubiera más lugar para lo que no es amor. Hacia afuera, es un viejito de 86 años, deshecho, sin memoria, perdido y que no controla más su mismo cuerpo. Hacia adentro, es presencia del amor de Dios, el del mismo Tata, el suyo, y el de muchos que lo quieren y están no más con él, sino en él. Creo que cuando el Eterno Padre querrá recoger esta flor rara, lo hará con tijeras de oro. Este es Vittorio.

Gracias por tu "si" Vittorio…


«El más pequeño de vosotros es el más importante»

«El más pequeño de vosotros es el más importante»


¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio según San Lucas 9,46-50.

Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande". Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros". Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".

«El más pequeño de vosotros es el más importante»

     «Venid, dice Cristo a sus discípulos, y aprended de mí»,  ciertamente que no a echar demonios por el poder del cielo, ni a curar leprosos, ni a devolver la vista a los ciegos, ni a resucitar muertos...; sino, dice él: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,28-29). En efecto, esto es lo que todos podemos aprender y practicar. Hacer signos y milagros no siempre es necesario, ni tan sólo ventajoso para todos, ni tampoco se concede a todos.

     Es, pues, la humildad la maestra de todas las virtudes, fundamento inquebrantable de todo el edificio, don magnífico y propio del Señor. El que la posea podrá hacer, sin peligro de envanecerse, todos los milagros que Cristo obró porque busca imitar al manso Señor, no en la sublimidad de sus prodigios sino en las virtudes de la paciencia y la humildad. Por el contrario, el que está deseoso de mandar a los espíritus impuros, de devolver la salud a los enfermos, de mostrar a las multitudes cualquier signo maravilloso, podrá invocar el nombre de Cristo en medio de toda su ostentación, pero es extraño a Cristo porque su alma orgullosa no sigue al maestro de humildad.

     Este es el legado que el Señor hizo a sus discípulos poco antes de volver a su Padre: «Os doy un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros; como yo os he amado amaos unos a otros»; e inmediatamente añade: «En esto conocerán que sois mis discípulos: si os amáis los unos a los otros» (Jn 13,34-35). Y es cierto que el que no es manso y humilde no podrá amar así.


Juan Casiano (hacia 360-435), fundador de monasterio en Marsella Conferencias, nº 15, 6-7