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¿Cómo ha elaborado Ud. sus libros?
Al leer sus libros se ve su fuerte experiencia, ¿Cuál es el sentido del dolor en la vida, que humanamente no se entiende?¿Siempre ha creído en el amor de Dios?, ¿Cómo ha afrontado los momentos de duda y desesperanza?
Mons. Van Thuân:
En la prisión he escrito algunos libros. He escrito uno bajo arresto domiciliario. Los he escrito porque no teníamos nada de literatura religiosa ya que la quemaron toda. Y me pregunté qué hacer como pastor para conservar la fe, cómo hacer para mandar un mensaje a mis fieles. Arrestado en una habitación, con los policías abajo. Pero los niños podían entrar y la Misa la podíamos hacer a las cuatro de la mañana porque así no interrumpía las faenas de producción agrícola. Espero a un niño que viene en la obscuridad,"ve con tu mamá y dile que compre calendarios viejos", y por la tarde vuelve con las hojas; escribo cada noche y así preparo el primer libro ... tengo miedo de no poder terminar, la gente copia estos pensamientos...
Es un momento de gran dolor, de sufrimiento, no solamente físico, sino del dolor de un pastor que no puede ejercer la pastoral, la de no poder acompañar a su pueblo, con todo abandonado, estudiantes, trabajadores, movimientos asociaciones -tengo asociaciones-, ... todo, todo prohibido, y yo en la cárcel. Me nombraron obispo a los cuarenta y siete años y salgo de prisión a los sesenta. He experimentado un gran tormento interior ¿Por qué Señor me mandas a la prisión? Y abandonar todo, obras que he acompañado, obras de Dios, del Señor, tengo que abandonarlo todo... la diócesis.
Una noche siento como una voz en mi corazón: Francisco, Francisco... todas son obras de Dios pero no son Dios; Dios quiere tener en su mano esas obras, tienes que abandonarlas en las manos de Dios; tú tienes que buscar la voluntad de Dios, no las obras de Dios; Dios sabe mejor qué es lo que hay que hacer y buscar otros colaboradores que trabajan mejor que tú. Hay que buscar a Dios y no las obras de Dios. Esa noche encuentro la paz en el corazón, desde entonces busco la voluntad de Dios en el momento presente. Esto es lo que he hecho para superar esos momentos.
¿Qué nos propone para hacer llegar a los jóvenes el mensaje actual de Jesús?
Mons. Van Thuân:
Trabajo en el Consejo de Justicia y Paz y me encuentro todos los días con muchas injusticias, y esto es sofocante para mí, no puedo respirar; antes era aquel sufrimiento, ahora no puedo tampoco respirar, donde respirar, ¿dónde? en vosotros jóvenes.
El santo Padre tiene tanta esperanza en los movimientos cristianos, nuevas comunidades, son el futuro y esperanza de la Iglesia, vosotros. Cuando he ido por todo el mundo he encontrado tantos jóvenes, con generosidad, alegría, tantas sonrisas... y tenemos esperanzas.
En 1800 el mundo no pudo tener un año jubilar. Ese año la Iglesia no tiene Papa (Pío VI estaba prisionero en Francia por el emperador Napoleón), ni Jubileo: faltaba la razón. Pero en el año 2000 hemos tenido Jubileo, y no solo de sacerdotes y obispos, sino de jóvenes, políticos, enfermos, etc. Hay momentos obscuros en la historia, pero siempre está la esperanza... es la esperanza de la Iglesia. Una vez Madre Teresa se encontró con un señor que le dijo "Madre toda la caridad que usted haga será siempre como una gota de agua", y Madre Teresa le dice al señor "no estoy sola, usted también la hace y ya somos dos, y gotita a gotita se hace un océano".
-Los jóvenes cristianos a veces nos sentimos aislados en este mundo, ¿Con qué tenemos que contar para seguir adelante?
-Hemos sabido que la cruz y la cadena que lleva son de su periodo en prisión ¿Puede contárnoslo?
Mons. Van Thuân:
En el aislamiento, hay momentos de mucho sufrimiento y tortura mental . Pero si estamos aislados con Dios, y en la soledad, tenemos la presencia de Jesús. En vuestra vida la amistad es muy importante: tengo mi casa detrás de la Basílica de Santa María de Trastevere, y un grupo de jóvenes del movimiento de san Egidio cada tarde vienen a cantar las vísperas de 8,30 a 9,30, cada tarde; es una amistad entre todos: jóvenes, monitores y estudiantes. Los de la Comunidad de san Egidio unos son profesores y otros estudiantes y se tienen una gran amistad, y cada año se multiplican, se multiplican, vienen también los niños a la oración. La amistad es muy importante para vuestro apostolado, para vuestra perseverancia.
Me preguntas por la cruz. En la cárcel sobreviví, como os he dicho, por la amistad con los carceleros. Cuando me mandan los carceleros todos son universitarios. El comisario les decía: "no hablen con el obispo, es un obispo muy peligroso, permanecerán sólo dos semanas, les cambiaré cada dos semanas, porque si permanecen más tiempo les contaminará..." Y después de dos semanas, el comisario llama a los carceleros y les dice: "no les cambiaré, ustedes permanecerán con el obispo hasta que le liberen, porque si cambiamos sus cinco carceleros cada dos semanas, pronto terminará contaminando a toda la policía". Y este secreto es el amor de Jesucristo que cambia el corazón. Y esto es un apoyo para cada día, allí, en la cárcel, .... Un día que tenía que trabajar cortando madera, le pido al señor carcelero poder cortar un trozo para hacer una cruz. Pero los signos religiosos están prohibidos, me dice... Y yo le digo "pero usted es mi amigo", y no puede rehusar; me deja solo y corto una cruz de madera que después escondí en una pastilla de jabón hasta la liberación y se ha convertido en mi cruz pectoral con la parte interior en madera de la prisión (con la confabulación de los carceleros) y un poco de metal por fuera.
También le pedí a un carcelero un alambre eléctrico, y el me miró... preguntándome si me iba a ahorcar, ¡no para los sacerdotes eso no es posible! Me pregunta ¿para qué?, ¡para fabricar una cadena y así poder llevar la cruz!, .... imposible.... ¡pero usted es mi amigo!, y después de tres días me dice: mañana le traeré el alambre y unas tenazas para cortar, pero tendremos que hacerlo en mi turno de cuatro horas, o nos podrán denunciar; en cuatro horas terminamos esta cadena que sostiene la cruz, llevo por tanto toda una conspiración colgada hecha con ellos, fruto del amor de Jesús entre nosotros.
En la prisión se escribía para tener ropa y algunas otras peticiones, y yo escribí: "Por favor me da un poco de vino-medicina para el mal de estómago", enseguida el director de la prisión me llama, y me pregunta si tengo mal el estómago, y yo: "Sí señor, horroroso", ¿y usted necesita esta medicina?, ¿cuándo lo toma?, "cada mañana". Tengo para usted esta pequeña botella y tenía una etiqueta que decía: "medicina contra el dolor de estomago"; y también pequeños pedacitos de pan, y cada mañana con tres gotitas de vino y una gotita de agua celebraba la Misa. Gracias a esta presencia de Jesús Eucarístico envuelto en pedacitos de papel, cada grupo de prisioneros tuvo en su bolsillo la presencia de Jesús con ellos. Muchos no creyentes, muchos de otras religiones, piden a los prisioneros católicos aprender el catecismo, y los prisioneros piden bautizarse. Con la presencia de Cristo y su amor, la prisión pasa a ser una escuela de catequesis... |
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