Powered By Blogger

miércoles, 29 de septiembre de 2010

INTERCEDER EN EL NOMBRE DE JESÚS



INTERCEDER EN EL NOMBRE DE JESÚS

“Si no tengo caridad, nada soy” (1 Co 13,2).


Interceder con amor


Dios es amor. Todo lo que hace es por amor, porque el amor es una manifestación de su naturaleza. No hay nada que él haga que no sea por amor. Lo mismo se aplica al cristiano. A final de cuentas, ¿quién es  cristiano sino el que ha tenido un encuentro con el amor de Dios y se ha dejado alcanzar por su amor?

Pero el amor es expansivo, así que, si de verdad hemos sido tocados y transformados por el amor de Dios, ese amor se convierte en nosotros en una fuerza que salta hacia fuera, que cambia nuestros ojos para ver de forma diferente a los demás, que cambia nuestro corazón para poder excusar, perdonar, comprender donde antes dejábamos espacio para el rencor, la venganza o el rechazo.

Si las brasas del amor de Dios nos han alcanzado, el calor de esa hoguera se extenderá a nuestro alrededor.

¿Y qué es la intercesión, sino otra manifestación de amor? El intercesor no busca su propio interés sino el bien de los demás, hasta el punto de orar por los que le persiguen, le calumnian o le hacen daño de cualquier forma.

El Señor decía: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen” (Lc 6,27-28).

¿Qué fuerza humana sería capaz de cosa semejante? Sólo el amor de Dios en nosotros puede hacer que oremos por nuestros enemigos e intercedamos por los que nos persiguen.

Es más, sólo el amor de Dios puede capacitarnos para interceder correctamente. Es decir, sólo la intercesión que lleva el sello del amor es válida.

Sin amor nada soy -decía Pablo-. Sin amor no soy intercesor, podemos concluir. Por el contrario, una intercesión marcada por el amor nunca fracasa. Pablo explicaba que “la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5,5).

El mundo necesita motivos para esperar; el intercesor cristiano los tiene porque posee el amor de Dios.

Si el amor de Dios habita en mí, no tengo que preocuparme por acordarme de interceder, ya que mi vida es amar, mi vida es interceder. Y mi intercesión no es inconveniente, porque el amor es siempre oportuno.

El amor es el combustible que hará que mis oraciones lleguen ante el trono de Dios; si carecen de amor, aunque sean unas oraciones aparentemente ‘bonitas’ no pasarán de fuegos de artificio que dejan destellos fugaces pero no tienen carga para mantenerse en el aire por mucho tiempo, serán “como bronce que suena o címbalo que retiñe” (1 Co 13,1).

El amor nos urge a interceder. Así lo compartió Pablo con los hermanos de Roma: “Os suplico, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchéis juntamente conmigo en vuestras oraciones” (Rm 15,30).

Así pues, debemos dejarnos transformar por el amor de Dios para que nuestra intercesión sea alimentada por el amor

Palabra profética - Testimonios

Palabra a los intercesores:

- "El ministerio de la intercesión es para ejercerlo en santidad. Sed santos para que vuestra intercesión llegue al Santo de los Santos, a mi Padre. Interceded desde el amor.

Sólo así será reconocida vuestra intercesión, sellada por el amor de vuestro corazón, hecha desde el abandono de vuestro corazón en mi corazón.

Dejadlo todo a mis pies, dejad ese hombre viejo que habéis traído, y yo os transformaré, os haré partícipes de mi intercesión ante el Padre que está en los cielos. Recordad: no penséis qué vais a decir, procurad más bien que vuestro corazón esté lleno de amor hacia los demás."

No hay comentarios: