martes, 28 de septiembre de 2010
Tenemos un Dios Redentor
A. LOS NOMBRES REDENTORES DE DIOS
Comenzamos a entender algo del interés de Dios hacia el hombre como un todo (espíritu, alma y cuerpo) cuando consideramos los nombres o títulos redentores de Yahvé Dios.
El nombre Yahvé significa: "El Existente Por Sí Mismo". Se usa con referencia especial a la obra redentora de Dios. Hay siete nombres compuestos en las Escrituras que se usan con el nombre de Yahvé. Cada uno de ellos revela un aspecto particular de la redención que Él ha provisto.
1. Yahvé Jireh (Gn 22:14): "Yahvé Proveerá"
De esa manera fue que Yahvé Dios se presentó a Sí mismo en el monte Moriah a Abraham. En obediencia a Su mandato, él estuvo próximo a ofrecer a su único hijo en sacrificio. Súbitamente escuchó la voz de Dios que le dijo: "No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios". Él le proveyó un sacrificio en un zarzal cerca del lugar. "Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Yahvé proveerá." ¡Cuán maravilloso es saber que Dios se comprometió para proveernos un Redentor!
2. Yahvé Rafá (Ex 15:26): "Yo Soy Yahvé Que Te Sana"
Poco después que Dios sacó a Su pueblo de Egipto, se le reveló como su Salvador y Libertador. Ahora lo hace también como su Sanador.
El Antiguo Testamento muestra claramente que la sanidad es una parte integral de la redención. Pablo nos dice que el Nuevo Pacto es un "Pacto Mejor", superior en todo. Si el Antiguo Pacto hizo provisión para el hombre global, cuánto más lo haría el Nuevo.
3. Yahvé -Nisi (Ex 17:15): "Yahvé, Nuestro Estandarte O Nuestro Vencedor"
Moisés mantenía sus manos levantadas hacia Dios y se obtuvo una gran victoria. Moisés edificó un altar a Dios y llamó aquel lugar "Yahvé-Nisi", el Señor que extendió el estandarte de Su victoria sobre nosotros.
4. Yahvé-Shalom (Jue 6:23): "Yahvé Nuestra Paz"
Este título redentor nos revela el glorioso privilegio de conocer y poseer la paz de Dios a través de la redención que recibimos en Cristo. Es una plenitud de paz que literalmente significa: "La posesión de todas las cosas necesarias para la paz de una persona".
La Biblia dice de Cristo: "El es nuestra paz" (Ef 2:14). El término "paz" (en hebreo shalom) significa bienestar, integridad, para nuestra totalidad, nuestro total bienestar.
5. Yahvé Raah (Sal 23:1): "Yahvé Es Mi Pastor"
Este salmo de David describe la felicidad y seguridad de aquél que está bajo un pastor como el Señor. La expresión "Yahvé es mi pastor" enfatiza Su preocupación compasiva. Puesto que somos ovejas de Su prado, es maravilloso saber que la redención de Cristo nos ha provisto la protección de un pastor tan amoroso y considerado.
6. Yahvé-Tsidkenu (Jer 23:6): "Yahvé, Justicia Nuestra"
Jesucristo hizo posible que nosotros viniéramos a ser la justicia de Dios en Él. Logró esto al hacerse pecado y llevar la sentencia y castigo de Dios en nuestro lugar. La redención de Cristo no sólo nos salvó, sino que también nos declaró justos ante el Padre. "El cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención" (1 Co 1:30).
7. Yahvé-Sama (Ez 48:35): "Yahvé Está Presente"
La presencia de Dios fue restaurada en nuestras vidas por Jesucristo. Adán fue echado fuera de la presencia de Dios, pero Cristo el segundo Adán, nos llevó de regreso a la grata presencia del Padre. Como Su pueblo redimido, tenemos la bendición de Su presencia continuamente.
Cada uno de estos nombres redentores revelan las diversas bendiciones que el Padre tiene disponibles para nosotros a través de Cristo. La sanidad no es un privilegio especial de una minoría favorecida, sino el derecho redentor de todos los que cumplen con los requisitos del pacto. Dios fue Yahvé-rafá para Israel. Él declara al respecto: "Porque yo Yahve no cambio" (Mal 3:6).
B. JESUCRISTO, NUESTRO SANADOR
Toda bendición que recibimos de Dios viene a través de la victoria de Cristo en el Calvario. Esto incluye la sanidad divina.
La palabra sacrificio expiatorio significa restaurar la unidad del hombre con Dios. El propósito es restaurar todo lo que el hombre perdió como resultado de la Caída. Una de las cosas que perdió fue la salud. Así que, la salud fue restaurada por medio del sacrificio expiatorio de Jesús.
1. Sanidad A Través Del Sacrificio Expiatorio
El pecado y la enfermedad son la doble maldición que recayó sobre toda la humanidad. Jesús proveyó una cura doble para una maldición doble. Isaías 53 nos relata una historia muy clara al respecto.
"Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores" (Is 53:4).
Diversos eruditos han señalado que el término Kholee, cuyo significado es "Dolores", (en algunos idiomas) es traducido la mayoría de las veces como "enfermedades". Se deriva de la palabra Chalah, que significa estar "débil, enfermo o afligido". Además, la palabra o vocablo Makob, que significa "pesares", es generalmente traducido "dolores".
Con esto en mente, podemos entender el comentario de Mateo sobre Isaías 53:4: "El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias" (Mt 8:17). La interpretación de Mateo es más correcta, sosteniendo el hecho de que la sanidad física se recibe a través del sacrificio expiatorio de Cristo.
Hay dos verbos en Isaías 53:4 que tienen un gran significado. El primero es "llevó" (en hebreo = nasa), que es el mismo verbo usado en Isaías 53:12: "Habiendo él llevado el pecado de muchos".
Puesto que el mismo verbo es usado en ambos versículos, entendemos que Cristo "llevó" nuestras enfermedades de la misma manera en la que llevó nuestros pecados, al sufrir en nuestro lugar. Esto es también cierto con relación a nuestras enfermedades. Cristo lo sufrió por nosotros.
Debido a que llevó mis pecados en mi lugar, hoy estoy libre de ellos. Cristo llevó tanto nuestros pecados como nuestras enfermedades sobre Sí mismo; por consiguiente, hay perdón y sanidad para todos los que la reciban por fe.
El segundo verbo es "llevado" (en hebreo cabal), que puede significar ‘llevar algo como un castigo'. Es usado en Isaías 53:11 como sigue: "Y llevará las iniquidades de ellos". En ambos casos se usa el mismo verbo hebreo con relación a nuestros pecados y enfermedades.
La conclusión gloriosa es que si Cristo llevó el castigo o condena por mis pecados, entonces, no tengo por qué llevarla. Si Él llevó mis enfermedades, no tengo por qué llevarlas sobre mi cuerpo.
2. La Sanidad Fue Comprada En El Calvario
Somos justificados al creer que el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz provee el remedio perfecto para el hombre en su aspecto total, espíritu, alma y cuerpo. Cristo compró la perfección de la humanidad a través de Su muerte.
El Nuevo Testamento griego confirma la conclusión de que nuestra redención en Cristo incluye la sanidad al igual que el perdón.
El verbo común para ‘salvar' es ‘sozo', que comunica la idea de integridad o sanidad perfecta. La palabra traducida como ‘salvo' en Romanos 10:9: "...serás salvo" es la misma palabra que es traducida ‘sano' en Marcos 6:56. "...y todos [los enfermos] los que le tocaban [a Cristo] quedaban sanos". El término ‘sozo' es usado en ambos versículos.
Ningún cristiano negaría que Sus sufrimientos todavía expían nuestros pecados. ¿Por qué, entonces, imaginar que la sanidad divina no es para nuestra época?
Puesto que Él fue un Dios sanador en el Antiguo Testamento, aún lo sigue siendo en nuestros días. Todavía esYahvé-Rafá, el Dios que te sana, porque no cambia. Él es un Dios consistente. Su carácter, naturaleza y disposición son inmutables. Por lo tanto, Su voluntad es también inmutable.
3. El Ministerio De Sanidad De Cristo
Jesucristo mismo es nuestro mejor ejemplo del ministerio de sanidad. La verdadera naturaleza y corazón de Dios se ven más claramente en Jesucristo.
Felipe solicitó: "Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre" (Jn 14:8-12).
Este pasaje nos enseña que Jesús vino para mostrarnos lo que Dios es en Su naturaleza inmutable a través de Su ministerio y vida. Jesús nos muestra que está interesado en la naturaleza total del hombre.
Sanó cuando se necesitaba sanidad. Alimentó a la multitud cuando estaba necesitada de alimentos. Mostró el amor del Padre por el hombre tal y como había sido creado, en espíritu, alma y cuerpo.
Aprendemos además algo acerca de cómo Jesús evaluó Sus milagros. Para Él, los milagros confirmaban la verdad de Sus palabras.
También somos animados a creer en el poder sanador de Cristo en nuestro ministerio de sanidad divina. Pues Él dijo: "El que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también".
4. ¿Por Qué Sanaba Cristo?
a. Para Cumplir Con Su Ministerio Profético.
Cuando la multitud se congregó después de la sanidad de la suegra de Pedro, Mateo nos dice: "…y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias" (Is 53:4-6 y Mt 8:16, 17).
b. Para Expresar Su Compasión.
Numerosos pasajes mencionan la compasión de Cristo, la cual, le motivaba a satisfacer las necesidades de la gente. Jesús era "movido a compasión por ellos, y sanó a los que… estaban enfermos" (Mt 14:14; 20:34; Mr 1:40, 41; 5:19; 9:22).
c. Para Comunicar La Misericordia De Dios.
Al hablar de Epafrodito, Pablo dijo: "…Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí [Pablo]" (Fil 2:27).
d. Para Probar Que Verdaderamente Dios Le Había Enviado.
Los milagros y sanidades que acompañaron el ministerio de Jesús, eran las señales o credenciales que probaban que el Padre estaba con Él. Pedro lo llamó de la siguiente manera: "Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis" (Hch 2:22).
e. Para Destruir Las Obras Del Diablo.
"Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Jn 3:8).
"Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él" (Hch 10:38).
"… para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo" (He 2:14). Dar paz...
f. Para Manifestar Las Obras De Dios.
Jesús y sus discípulos se encontraron un día con un hombre que era ciego de nacimiento. Los discípulos sentían curiosidad por conocer la causa de la ceguera de este hombre. ¿Fue tal la ceguera del resultado de su pecado o del de sus padres?
Sin embargo, Jesús se interesaba en otra cosa. Él les dijo: "No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura" (Jn 9:1-7).
Luego, procedió a sanar al ciego, mostrando claramente que una de las razones por la que sanaba era para manifestar las obras de Dios.
g. Para Manifestar La Gloria De Dios.
Las obras poderosas de Dios fueron ejecutadas por Jesús para que Su Padre fuera glorificado. Cuando Jesús estaba junto a la tumba de Lázaro, le dijo a Marta: "Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?" (Jn 11:40).
En Lucas 13:10-17, leemos la historia de una mujer que había estado sometida a un espíritu de enfermedad durante dieciocho años y cómo Jesús la libró del mismo.
El versículo 13 nos dice: "Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios" Note que fue después de ser sanada glorificó a Dios.
5. Algunos De Los Métodos Que Jesús Empleó Para Sanar
Jesús no empleó un sólo método para sanar a los enfermos. Él les ministró de diversas maneras. Consideremos brevemente unas cuantas de éstas.
a. Hablando La Palabra De Autoridad.
El oficial romano que se acercó a Jesús (Mt 8:5-13) en beneficio de su sirviente, reconoció que Él hablaba con autoridad. Como oficial del ejército, estaba acostumbrado a dar y a recibir órdenes.
Sabía que una orden tenía que ser ejecutada al momento. Estaba tan impresionado con la autoridad de Cristo, que se le acercó implorándole: "…solamente di la palabra, y mi criado sanará" (v 8). Más tarde descubrió que su siervo había sido sanado a la misma hora que Jesús habló la palabra.
Nosotros también tenemos autoridad en el nombre de Jesús, pues Él mismo declaró: "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (Mr 11:23).
b. Imponiendo Las Manos Sobre Los Enfermos.
Jesús solía imponer las manos sobre los enfermos para administrarles sanidad. La gente tenía gran fe en la imposición de manos debido a su trasfondo cultural.
Jairo le suplicó a Jesús que fuera y colocara Sus manos sobre su hija, quien yacía al borde de la muerte (Mr 5:21-23).
Cuando Jesús regresó a Nazaret, la ciudad en que vivía, Marcos 6:5 registra lo siguiente: "…salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos". En Lucas 4:40 leemos que muchos venían a Jesús padeciendo toda suerte de dolencias. Entonces "poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba".
c. El Reprendía Las Enfermedades.
Jesús se dirigía a veces verbalmente a las enfermedades para reprenderlas y ordenarles que salieran fuera. Lucas registra dos incidentes interesantes en el capítulo cuatro de su evangelio.
El primero, se relaciona con un hombre en la sinagoga que tenía un espíritu inmundo. Jesús lo reprendió diciéndole: "Cállate y sal de él". El espíritu inmundo le obedeció inmediatamente, y salió del hombre (Lucas 4).
Jesús y algunos de sus discípulos salieron de la sinagoga hacia la casa de Pedro, donde encontraron a su suegra enferma con fiebre. Lucas relata que El "reprendió" la fiebre, la cual, le dejó al momento, se levantó del lecho y les servía (Lc 4:38-39).
Lo interesante del caso es que la palabra "reprendió" es la misma en ambos incidentes. Jesús trató a la fiebre como había tratado al espíritu. Reprendió a ambos verbalmente, ordenándoles que salieran, y así lo hicieron.
d. El Tocaba Las Personas.
"Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció" (Mt 8:3).
"Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho" (Mt 9:29).
Cuando Pedro hirió al sirviente del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja, leemos lo siguiente: "Y tocando su oreja, le sanó" (Lc 22:51). Hay más incidentes en los cuales Jesús tocó personas y las sanó.
e. Las Personas Tocaban A Cristo.
"Cuando le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron noticia por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos; y le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y todos los que lo tocaron, quedaron sanos" (Mt 14:35, 36).
"Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote" (Mr 5:25-29).
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1 comentario:
Lo que yo puedo aportar es que en reuniones donde se experimenta una fuerte presencia de Dios y de su Espiritu Santo, seguramente se producen sanidades de todo tipo y liberaciones... Pero siempre el "milagro mas grande" es cuando alguien que estaba lejos de Dios regresa a El... Recuerdo a un hombre caer al piso de rodillas llorando sus pecados (eso, para quienes lo conociamos, fue gracia de Dios y un verdadero milagro...)
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